El antiguo Castillo de Liscar, o Liscare, da nombre a la villa de Castiliscar y es el elemento más emblemático y antiguo de la población. Fue erigido por orden del rey Sancho Ramírez de Aragón con el propósito de reforzar la línea defensiva que se extendía desde Sos hasta Loarre. Esta red de castillos protegía el naciente Reino de Aragón de los ataques musulmanes provenientes de las plazas fuertes del sur, como la cercana Sádaba.
La sobriedad de sus muros atestigua su pasado como fortaleza militar, ya que nació con una clara función defensiva y de vigilancia. Su ubicación estratégica, en la antigua vía romana que unía Pompaelo y Caesaraugusta, y su cercanía a Navarra, le confieren una gran importancia en la geografía aragonesa. La fortaleza, de marcado carácter militar, estuvo estrechamente vinculada a la Orden de San Juan, bajo cuya protección la villa prosperó desde el siglo XII.
Cerca de la fortaleza se encuentra una ermita dedicada al Santo Cristo, que alberga tres imágenes de gran valor artístico que representan el Calvario: el Santo Cristo, la Virgen María y San Juan. La imagen del Santo Cristo destaca por ser uno de los mejores ejemplos de la escultura románica en Aragón. En tiempos recientes, ha suscitado gran interés debido a su excepcional calidad artística y su excelente estado de conservación.
El Santo Cristo es muy querido en la zona, tanto que la tradición local cuenta que, en 1921, respondió a las súplicas de los vecinos al atenuar una fuerte sequía con lluvias suaves, tan dulces como la expresión serena de su rostro.
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